Es impresionante
cómo las personas en todas las diferentes épocas, tienen el ingenio de resolver
problemas a través de métodos relativamente sencillos, pero que realmente son
impresionantes; tal es el caso del clepsidra, que data de exageradamente muchos
años atrás, comprobando así que desde tiempos muy antiguos la curiosidad del
hombre lo llevó a hacer cosas asombrosas, que quizá en su tiempo no fueron muy
relevantes, pero que ahora, gracias a eso, hemos tenido un avance en la ciencia
y la tecnología muy significativo.
Nuestro clepsidra
es una herramienta de gran utilidad, y lejos de su uso práctico es un claro
ejemplo de la aplicación de diferentes áreas matemáticas a lo largo de toda su
elaboración: álgebra, cálculo diferencial, geometría analítica y hasta
física.
Analizando los
objetivos, nos percatamos de que poco a poco, sin darnos cuenta, fuimos
logrando cada uno de ellos, así como las competencias que se plantearon en un
principio.
Antes de comenzar
el proyecto, nos encontrábamos algo preocupados, pues sabíamos que las
matemáticas en clase son algo no imposible de comprender, pero llevarlo a la
práctica era algo completamente nuevo para nosotros, ya que nunca habíamos
hecho un proyecto tan completo en el ámbito físico-matemático. Al realizar la
fase experimental nos encontramos con una incongruencia a la hora de promediar
cada tiempo, pero según fuimos avanzando, ese problema no tuvo gran importancia
en el resultado final. En cuanto a la realización del modelo cuadrático, fue
muchísimo más fácil de lo que pensábamos: con todo lo retomado en matemáticas aplicadas pudimos dar con
los resultados de manera sencilla y rápida.
Nos impresionó mucho el saber que a
través de fórmulas que hemos visto desde la secundaria, podemos realizar y
llevar a cabo demostraciones, que afirman que las matemáticas son algo
fascinante y totalmente preciso.
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